Si en la actualidad nos da por dar un paseo por la tranquila Plaza de Santa Bárbara y vemos sus terrazas e hileras de árboles nos costará un mundo imaginar que allí mismo hace siglos se ubicó una de las construcciones más oscuras y hostiles de Madrid. Nos referimos a la Cárcel del Saladero, lugar cuyas galerías y celdas fueron testigos de las historias más atroces.

En primer lugar toca aclarar el porqué de su peculiar nombre. Éste se debe a que la función original del edificio, obra de Ventura Rodríguez, fue la de matadero de cerdos y saladero de tocino. Actividades que estuvo desempeñando hasta 1833 cuando se recicló como centro penitenciario de la Villa, propósito que cumplió hasta el año 1884 cuando será sustituida por la también extinta Cárcel Modelo de Moncloa.

Con una superficie total de 73.000 metros cuadrados, por sus estancias pasaron algunos personajes de renombre como el Cura Merino, quien acuchilló a la Reina Isabel II a la salida del Palaio Real, el torero Frascuelo, los políticos Nicolás Salmerón y Salustiano Olózaga o el rebelde bandolero Luis Candelas. Tal y como cabría pensar, este edificio no debía de ser nada agradable, de hecho, así lo describió Fernández de los Ríos: “Un edificio lóbrego, oscuro, tenebroso, de estrechos corredores e inconvenientes habitaciones, donde viven confinados los acusados de delitos leves con los sospechosos de crímenes más atroces, los sentenciados en espera de ir a su destino con los que tienen en sumario su proceso”.

Como os indicábamos al principio, la Cárcel del Saladero se derribó a finales del Siglo XIX y en su lugar se levantó el Palacio de los Condes de Guevara, de etilo neobarroco, una preciosa construcción que en buena parte ha hecho olvidar uno de los edificios más siniestros de cuantos tuvo Madrid.

Podréis conocer más lugares e historias como ésta en el libro «Rincones del Viejo Madrid» de Ángel J. Olivares

Cárcel del Saladero en Madrid

 

 

 

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