Lo que un día fue el Teatro Apolo antes se conoció como el Teatro Moratín. Estaba situado en la calle de Alcalá, casi semiesquina a la Gran Vía, en el solar que ocupaba el convento de los Carmelitas Descalzos de San Hermenegildo.

Los elementos estructurales y decorativos tenían gran influencia de la arquitectura francesa del S. XIX. No en vano, su arquitectos fueron los franceses P. Chanderlot y F. Festau. El proyecto data de 1871. El teatro constaba de una gran sala coronada con una bóveda y disponía de un profundo vestíbulo. Todo ello construido en hierro fundio y piedra blanca y decorado con gran lujo de detalles.

Litografía anónima de 1880 de la fachada del desaparecido Teatro Apolo

El 23 de marzo de 1873 se abrió el telón de este mítico teatro de la mano de la Compañía de Matilde Díez y Manuel Catalina. La obra que se representó fue Casa con dos puertas mala es de guardar y el juguete cómico Ella es él, de Bretón de los Herreros.

El Apolo fue conocido como la catedral del género chico con Felipe Ducazcal, promotor de Los Bufos, del Teatro Príncipe Alfonso y del Teatro Felipe siendo un eficaz impulsor del teatro por horas. La cuarta sesión del Apolo fue la que más se popularizó. Empezaba a las once de la noche y a ella acudían aristócratas, actrices, actores y toreros. Este último pase se prohibió a la altura de 1900, cuando el ministro de la Gobernación prohibió que las obras de teatro finalizasen despés de las doce y media de la noche.

Fue uno de los teatros más elegantes de la ciudad. Pese a ello, fue derribado en 1929. Su último día fue el 30 de junio. El escritor Pedro de Répide leyó su adiós más sentido a la casa del sainete madrileño.

Más información en «El teatro en Madrid. Siglos XVII- XX» de Ana Suárez Perales. 

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