Un escritor del Siglo de Oro llamado Cristóbal Suárez de Figueroa dice en su libro El Pasajero que los poetas “gruñen por envidia, ladran por odio y muerden por venganza”. Y no le faltaba razón, pues pese al encumbrado estilo de poetas y dramaturgos las inquinas personales rozaban los más bajos niveles. Cervantes tuvo varios enemigos pero quizás, el más destacado de todos fuese el mismísimo Lope de Vega.

Quince años más joven que don Miguel, el prometedor poeta madrileño tuvo muy buena relación con el padre del Quijote, tanto es así que en el año 1598 Cervantes le prologó la Dragontea en un ejercicio de admiración recíproca.

Con Góngora por ejemplo no era así. Don Luis había criticado furibundamente las obras y el estilo de Lope, diciendo que eran el “aguachirle de la lengua castellana” donde chapoteaban los patos, en lugar de nadar plácidamente los cisnes, como era lo propio de las metáforas poéticas . Pese a ello, Lope intentó calmar las cosas dedicándole el famoso poema de “Canta cisne andaluz”, el cual Góngora ignoró mientras seguía mofándose de las aspiraciones nobiliarias de Lope de Vega.

Al final, el dramaturgo parece que e hartó y terminó diciendo que los versos culteranistas de su enemigo eran tan enrevesados que no había quien lo entienda, siendo al final versos “cultidiablescos”. En realidad, lo que se estaba fraguando detrás de estas enemistades era el éxito teatral de Lope.

Mientras el triunfo de Lope crecía, Cervantes se veía obligado a reconocer que el joven dramaturgo se había convertido en el rey de los teatros. Así lo reconoció Cervantes en el prólogo de sus obras. Sin embargo, los sonetos burlescos no dejan de aparecer acusando a Lope de degenerar la poesía e incluso de “ser mozo de golpe” o lo que es lo mismo un asiduo de burdeles. Estas críticas hirientes no pasaron desapercibidas entre los jóvenes seguidores del poeta, como Quevedo o Perez de Montalbán.

De este círculo de admiradores de Lope es de donde surge el mayor enemigo de Cervantes: Alonso Fernández de Avellaneda. Es nombre, que es sólo eso, un nombre, oculta tras de sí la identidad de una o varias personas que trataron de cercenar el éxito de Don Quijote. Al igual que sucedía con la fama teatral de Lope, el éxito como novelista alcanzado por Cervantes empezó a resultar muy molesto para varios escritores, entre ellos, del propio Lope d Vega.

Podrás leer más sobre este apasionante tema en el libro ‘Cervantes, Madrid y el Quijote’, de Miguel Zorita.

Cervantes, Madrid y el Quijote

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