El Madrid olvidadoA finales del S. XIX los mataderos se habían quedado pequeños para una población que se había triplicado en solo medio siglo. Por esta razón, en 1907, el Ayuntamiento de Madrid encargó al arquitecto Luis Bellido la construcción de un mercado de ganados y matadero de reses en el Paseo de la Chopera.

La idea del Ayuntamiento era, dada la contigüidad del mercado de ganado, establecer un matadero al lado facilitando el acceso de las reses mediante una vía de ferrocarril. El proyecto que dirigirá Bellido incorporará una mejora higiénica y económica de la producción.

En 1918 Bellido presenta planos detallados. El nuevo matadero contará con toda clase de adelantos mecánicos, tendrá cámaras frigoríficas y fábrica de hielo. Habrá un mercado de ganado de consumo (vacuno, lanar y cerda) y otro de ganado de trabajo (caballar, mular y asnal), ambos aislados entre sí. Una calle paralela al Paseo de la Chopera unirá los edificios directivos y administrativos con los mercados, la lonja de contratación, las naves de degüello y triperías y el ferrocarril.

Contará con 19 establos con una capacidad para 900 reses, con espacio bien iluminados y ventilados, con abrevaderos y desagües para evitar los contagios infecciosos. Se incluye una calle cercada para el tránsito del ganado vivo desde los corrales al matadero y se aplicará un sistema de matanza moderno (en solo cuatro horas se sacrificaban hasta 500 animales).

El afán por la higiene se materializa en la construcción de varios edificios sanitarios, establos de observación y aislamiento, tratamiento de carnes enfermas, esterilización de carnes, horno crematorio, etc. El edificio administrativo será la conocida como Casa del Reloj.

En 1911 se inician las obras pero no será hasta diecisiete años después cuando acabe. El matadero supuso un antecedente inmediato de la renovación arquitectónica española de los años veinte, con un estilo predominantemente neomudéjar, considerado como un estilo nacional.

Durante seis décadas el matadero funcionó correctamente, sin problemas, hasta su cierre en 1996, tras más de setenta años de existencia. En los años setenta hubo diversas amenazas de derribo, pero afortunadamente se consiguió salvar este conjunto histórico artístico que hoy acoge distintos eventos culturales.

Más información en El Madrid olvidado de Carlos Osorio.

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