Finales de los años 1990, el elegante Café de Oriente, situado en la plaza del mismo nombre, tiene un cliente de lo más peculiar. A este comensal, le gustaba permanecer durante horas en el café sin pedir nada. Cuando se iban los otros clientes, se comía los restos que dejaban en sus platos. En ocasiones, cuando le daba la gana, se ponía a cantar a todo pulmón, dándole igual quien estuviera a su lado. Si tenía sed, bebía del grifo de la barra, y cuando se quería lavar usaba el fregadero, y además, si hacía frío, se quedaba a dormir dentro del local.

Café de Oriente

Afortunadamente este cliente no era un desvergonzado vagabundo, sino un simpático gorrión que conquistó  los corazones tanto de los comensales como del personal que allí trabajaba, conviviendo con ellos durante tres años. El pajarillo, por las mañanas, acostumbraba a posarse fuera del local en una de las farolas en forma de bola que cuelgan en la fachada. Esperaba pacientemente hasta que alguien entrase y, aprovechando la apertura de las dobles puertas del local, entraba volando. Allí se quedaba todo el día, picoteando y cantando. A la hora de cerrar, según su estado de ánimo, igual se iba o se quedaba tan plácidamente en el café hasta la mañana siguiente.

Un buen día, el pajarito se fue y nunca más volvió. Los propietarios se habían encariñado de tal manera con el gorrión que, para recordarle, decidieron colgar en la pared, justo al lado del aplique donde solía posarse, una fotografía y un recorte de prensa sobre este entrañable cliente. El café fue reformado en el año 2015 pero el artículo de periódico enmarcado permanece en el local sobre una chimenea, entrando a la izquierda.

Gorrión del Café de OrienteEl famoso gorrión del Café de Oriente, fotografía de Unjubilado.info

Historia incluida en nuestro libro ‘Madrid Oculto‘ de Marco y Peter Besas que acaba de ver la luz en su décima edición.

Madrid Oculto

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