Es por todos conocido este bandido madrileño que se ganó la fama de ser el mejor ladrón del S. XIX en la capital. No había robo que no le fuese adjudicado. Aunque supo sortear a la suerte en multitud de engaños fue finalmente ejecutado a la altura de 1837.

Contamos hoy una de sus artimañas para obtener dinero de manera ingeniosa. Nos referimos al célebre robo de objetos religiosos. Una mañana una carroza con el escudo episcopal se detuvo frente a una tienda de motivos sagrados. De la misma se bajaron un obispo y un secretario.

Hasta aquí todo normal si no fuese porque el obispo no era tal, sino un bobo al que los compinches de Candelas habían disfrazado, y el secretario era el famoso bandido. Al supuesto obispo le habían insistido en que se mantuviera en todo momento callado, con actitud seria. Y así lo hizo

Después de elegir unos valiosos objetos, Luis Candelas se dirigió al vendedor y con gesto apesadumbrado le indicó que no llevaba dinero. Al mismo tiempo le ofreció una solución. Él se iría con los objetos hasta la casa del obispo en busca de dinero, mientras el religioso esperaba allí.

La solución pareció convencer al dueño, que nunca sospechó de tan ilustres personajes. Pasó la mañana y la tarde y a la hora del cierre, el obispo seguía allí. Cuando el vendedor le pidió una explicación se deshizo el entuerto, pero ya era demasiado tarde.

Más información en «Leyendas de Madrid. Mentidero de la Villa», de Reyes García, Ana María Écija.

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